miércoles, 10 de septiembre de 2008

Fu y Fa por Atenas


Érase una vez dos hormiguitas, Fu y Fa, que vivían bajo un enorme y frondoso árbol que les proporcionaba cobijo.

Allí Fu y Fa dormían, trabajaban, descansaban, reían, jugaban y en definitiva vivían.
Un día se despertaron sin la sombra habitual de su querido árbol y con un estruendo insoportable, sobresaltadas comenzaron a mirar a su alrededor y descubrieron que el árbol, su árbol, estaba siendo talado para construir una carretera.

Comenzaron a correr tropezándose, sin saber muy bien qué hacer ni a donde ir viendo como les quitaban su árbol, su casa.

Muy cerca de donde había estado su árbol plantaron unas bonitas flores, pero que se marchitarían al terminar la primavera. Fu y Fa pensaron que al menos tendrían abrigo hasta que llegase el invierno y se mudaron allí, luego ya pensarían en algo, aquello era lo que tenían más a mano.

Así fue pasando el tiempo hasta que un buen día, una familia detuvo su coche en la carretera a la altura de las flores donde ahora vivían Fu y Fa, entonces algo las sacudió fuertemente. La flor había sido arrancada por una niña.

Fu y Fa estaban asustadas, iban colgando de esa flor sin saber muy bien a donde.
Después de unas horas de viaje en el regazo de esa niña, aterrizaron en un hermoso jardín que esta familia tenía. Allí también había árboles, arbustos, flores, más hormiguitas y una nueva familia para ellas.

Fu y Fa se miraron, se sonrieron y se sintieron afortunadas; sin demora se pusieron a trabajar, y a explorar su nuevo mundo. Al final su destino había sido mejor.

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